Con mucha gratitud en el Señor, elevamos hoy nuestra mirada al cielo para dar gracias por los 100 años de vida de nuestra querida Diócesis de San José de Temuco, erigida un 18 de octubre del año 1925. Un siglo ha pasado desde que el papa Pio XI, reconoció oficialmente esta porción del Pueblo de Dios que peregrina en las tierras de La Araucanía. Cien años de historia, de esfuerzo y de fe, en los que hemos caminado juntos como Iglesia, guiados por la luz del Evangelio y sostenidos por la fuerza del Espíritu Santo.
Nuestra historia diocesana ha sido tejida con la entrega generosa de tantos hombres y mujeres que han consagrado su vida al anuncio de Jesucristo: pastores, sacerdotes, religiosas, religiosos, laicos y laicas que, desde el silencio del servicio cotidiano, han contribuido a sembrar esperanza en los corazones. Doy gracias a Dios por todos ellos, por su testimonio de fe y por el amor con que han hecho vida la misión evangelizadora en los rincones más diversos de esta diócesis que comprende las provincias de Malleco y una parte de la provincia de Cautín.
Al recorrer este camino centenario, no podemos sino dar gracias por el legado de nuestros pastores, quienes han guiado a esta Iglesia con sabiduría, entrega y espíritu misionero. Recordamos con gratitud a nuestros obispos que me han antecedido, Prudencio Contardo Ibarra, primer obispo de Temuco; Alfredo Silva Santiago; Augusto Salinas Fuenzalida; Alejandro Menchaca Lira; Bernardino Piñera Carvallo; Sergio Contreras Navia; Manuel Camilo Vial; Héctor Vargas Bastidas. Cada uno, con su propio sello, ha contribuido a forjar la identidad de esta Iglesia diocesana.
Hoy, con humildad y profundo agradecimiento, el Señor me concede continuar este camino como obispo diocesano, sirviendo a este pueblo con el corazón dispuesto a escuchar, acompañar y caminar junto a todos. Doy gracias a los hermanos y hermanas de nuestras comunidades urbanas y rurales, al pueblo mapuche, tan profundamente arraigado en estas tierras, a todos los fieles que con fe viva siguen testimoniando el amor de Dios en medio de sus comunidades.
Este centenario no es solo una fecha que recordamos; es un tiempo de gracia, un jubileo de esperanza,es también un tiempo para pedir perdón por lo que no hemos hecho bien, por nuestras faltas y omisiones , y con todo, es un tiempo para mirar con gratitud el pasado, a vivir con pasión el presente y a proyectar con fe el futuro. Que el Señor siga bendiciendo abundantemente esta Iglesia diocesana, que su Espíritu nos fortalezca en la misión y que la intercesión de San José, nuestro patrono y la Virgen Madre María, nos anime a seguir caminando con confianza y alegría.
Pidamos que el Señor nos colme de sus dones y de su paz, para que sigamos siendo peregrinos de fe y constructores del Reino en estas hermosas tierras de La Araucanía. Que este nuevo siglo que iniciamos esté lleno de frutos de comunión, esperanza y amor, para gloria de Dios y servicio de su pueblo.
+ Mons. Jorge Concha Cayuqueo, OFM
Obispo de la Diócesis de San José de Temuco







